martes, 5 de abril de 2011

Pervertido y Pervertida

Pervertido o pervertida. Desencajan por igual en la sociedad. Entonces, para que ponerle género, si finalmente la perversión está entre ambos.
Si definir la habitación fue fácil, colores, colchones, condones… (Creo que no los mencioné, pero el sexo debe ser con condón) definir al pervertido es como una mezcla de humos y licores. Llegar al punto exacto de exquisitez podría llevarse algún tiempo. Por eso, entonces si hay que tomarse la molestia de caracterizar un cuerpo, una habitación y la composición de personajes que habitan en uno.

Le gusta el olor a vainilla, se ha negado rotundamente al de moras (quizás por una mala experiencia).

Su lado masculino mira pezones y ombligos a detalles. No observa tanto entre las piernas. Le gustan los cuellos largos, decir palabras armadas y desarmadas. La poesía erótica. Le aburren las mujeres muy delgadas. Le gustan las manos con dedos largos, los lunares cerca de los ojos. Las mujeres de senos medianos. El dulce de lechoza, la pornografía de tríos, el ron. Vestirse de negro, peinarse de lado. Escuchar a Gainsbourg, pintar en  violeta. La falta de sexo le produce quietud. Cantar haciendo gestos teatrales. Las camas grandes y con cabecera para ver a las mujeres agarrarse de ellas o amarrarlas y mirar la curva plana que forman los senos. Leer libros de psicología, Marcel Marceau. Es agresivo y obsesivo, orgulloso, se impide llorar… 
Su Lado femenino deja las piernas abiertas a los que llevan sombreros de Bombin o gorros de invierno. A quienes se muestran difíciles y se niegan al principio, porque sabe que luego los ve pasar besando las huellas por donde ella caminó el rechazo. No sabe pintar, dibuja en blanco y negro y se hace fotos en blanco y negro de perfil y de su espalda. Su lado femenino usa tacones medianos, pantalones ajustados. Se viste de negro y rosado. Estar despeinada, para evitar momentos delatores. Le gusta lamer. Los hombres delgados con vello facial, desaliñados. Con lentes, a veces, con manos poco delicadas, de mediana estatura. Adora el surrealismo, la pornografía gay de hombres blancos, los chicos de teatro. Le gustan las camas sin cabecera, le produce temor y placer ser amarrada. Habla sola en el baño  mirando al espejo pensando que es bella. No sabe cantar, lee libros que impliquen sexo y drogas, escribe poesía sin sentido, odia las cucarachas. Le gusta el vino y le excitan los hombres que fuman, David Bowie, el café como vicio, las pastillas como alivio. Sufre por más de una enfermedad que le hace odiar salir al medio día cuando hace calor y mucho sol. La falta de sexo le produce ansiedad. Es caprichosa y llora de frustración.

¿Podría entonces unificarse? Haría falta mas espacio, mas infinito para decir quien es el que mira a través de esos ojos, quien lleva el cuerpo principal y como lo usa.  
Próximamente…

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