lunes, 26 de septiembre de 2011

Me confieso suicida y loco...

Este soy yo... ahora, mi depresión.

Si, lo pienso cada  segundo. Me escondo de mí entre el fango y la risa falsa. Tengo un espejo que rompí esta tarde porque me encontré. Me fui al armario y me encontraron las cucarachas y ratones. Me temo, me temo hasta las uñas. Se que me haré daño.
¡Esta maldita reputación!

No siempre todo fue malo, tengo la virtud de recuperarme de mis depresiones. Ya antes me caí en el baño, el baño que es mi refugio contradictorio a mi claustrofobia. Era un poco de cafeína y algo más que no recuerdo. Nada complicado, sencillo. El problema es que no hablo ni como, era fácil caerse. No hay razones concretas: no son personas, ni espacios, ni situaciones, ¡Soy yo!.  Yo soy mi depresión, mis caídas, mis desgracias, mis fantasmas son míos y me poseen porque los dejo entrar.

Tocan la puerta, esta vez. Antes eran voces, un enorme demonio que se burlaba de mí que me hacía tropezar y golpear cuando aparecía de frente. Una estaba molesto y al verlo casi me fracturo las costillas. Fue mi demonio más grande.
Tuve uno pequeño que me llamaba “loca” a mis espaldas. Cuando volteaba ya no estaba, se iba al segundo.
Esta vez, lamento repetir, tocan la puerta, por las noches. Cuando logro dormir, vienen y me despiertan. Ahora mi mente tiene una puerta, al menos golpean para entrar, y yo no les abro, pero están ahí.

Me cortaré el cabello, lo he pensado. Me aferro a él porque es mi punto de escape. Si no tuviera un cable a tierra que sale por la abertura de mi vientre, constantemente en fotos de hace seis años, yo, por fin me entregaría a mi locura. Puede olerme, se ha enamorado, ya no soy el pervertido, la locura me pervierte, me viola. Ya no soy más...

Estos días no he usado pastillas, quizás un poco de café. Sería fácil para estos egoístas compañeros, consumirme como yo a ellos, como tener sed y beber agua. No he comido... nuevamente.

Me escondí, no quiero encontrarme. Evado la música. La música, el café, el piso ( y eso que no tengo ya cama; duermo en el colchón sobre el piso, y nuevamente las cucarachas rondan muy de cerca mi cabello, y mi boca abierta para dormir).

Quiero quedarme sola, finalmente deberé aceptarlo, con mis demonios, mis vicios, mi locura, mi llanto, la claustrofobia, los malditos rastreros y finalmente, con la muerte.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Conteo desconocido










Ahora, me gustaría tener una agenda con portada terciopelo, para acariciar, mientras miro la lista (desconocida) de erecciones que he provocado en tipos extraños y conocidos ...
sin llegar al contacto físico.
Mi juego de incitar, excitar, abandonar.

martes, 6 de septiembre de 2011

VIII (del placer y el dolor)

Yo quiero que usted sepa que al besarme las caderas, me gustaría que apriete mis muslos y los muerda; porque donde hay grasa hay dolor, y el dolor es placer.
Sujete cerca de mis rodillas, hunda sin sutilezas sus dedos y haga parecer su mano un manojo de herraduras. Moldee mi piel a su gusto y sonrójela, con halagos táctiles y patentes.
Yo quiero que sepa que si sube a mi pecho, me gustaría que muerda fuertemente por debajo de su forma de copa, beba un poco, y saboree mi costado reflejado al retorcer mi cuerpo delgado en su cama.
Penetre suavemente, pero por favor, haga ese gesto de disfrute, ese gesto que a veces se hace de indiferencia.
Hágame a un lado, muerda mi espalda.
Yo quiero que usted sepa que mis lugares oscuros se abren con sus dedos, que ellos son sus llaves iniciales, y que luego puede empujar, con un tronco si es que lo anterior no ha funcionado.
Yo quiero que agarre mi cabello como  víboras malditas, que las apriete y asfixie. Si me deja con sed, quiero que sepa que cualquier líquido,  sería oportuno para saciarme, así que si ofrece compasión, derrámelo en mi boca, para calmar esta deshidratación.