martes, 6 de septiembre de 2011

VIII (del placer y el dolor)

Yo quiero que usted sepa que al besarme las caderas, me gustaría que apriete mis muslos y los muerda; porque donde hay grasa hay dolor, y el dolor es placer.
Sujete cerca de mis rodillas, hunda sin sutilezas sus dedos y haga parecer su mano un manojo de herraduras. Moldee mi piel a su gusto y sonrójela, con halagos táctiles y patentes.
Yo quiero que sepa que si sube a mi pecho, me gustaría que muerda fuertemente por debajo de su forma de copa, beba un poco, y saboree mi costado reflejado al retorcer mi cuerpo delgado en su cama.
Penetre suavemente, pero por favor, haga ese gesto de disfrute, ese gesto que a veces se hace de indiferencia.
Hágame a un lado, muerda mi espalda.
Yo quiero que usted sepa que mis lugares oscuros se abren con sus dedos, que ellos son sus llaves iniciales, y que luego puede empujar, con un tronco si es que lo anterior no ha funcionado.
Yo quiero que agarre mi cabello como  víboras malditas, que las apriete y asfixie. Si me deja con sed, quiero que sepa que cualquier líquido,  sería oportuno para saciarme, así que si ofrece compasión, derrámelo en mi boca, para calmar esta deshidratación.



2 comentarios:

  1. Sí hay un lugar destinado para entrar, para que lo penetre, para que sea de alguna forma un lugar donde pueda estar, seguro me quedaré más tiempo de lo habitual...con derrames, con suspiros, con gestos, con jadeos, con un demás que se expande...

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  2. Hola Daffair, parece un manual de instrucciones para el placer como una guía por donde y como recorrer.

    Besos

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