domingo, 12 de febrero de 2012

XIII

La calma...


No pasó nada en noches anteriores, excepto por la botella escurriendo la sangre al salir de la entre piernas. Fue ligero el verde y el rojo del placer.
Mientras lo hacía, sentada en el suelo del baño -su eterno refugio de llanto, alegría, arte, lectura y actuación frente al espejo- pensaba en una serie de personas que pudieron estar en ese momento ayudándola en la tragedia personal que es satisfacerse. 
Podría crear el alfabeto, pero seleccionó algunas letras que formaban nombres tanto en masculino como en femenino. Los primeros introducían su miembro, y cuando pasaba al otro género, era una mano delicada de uñas esmaltadas las que introducían la botella de vino que usaba para el acto.


Finalmente entre nombres y falta de selecciones, miraba al techo, se olvidaba de la puerta y los ojos quedaban más cubiertos con los párpados habituales del vicio de las pastillas, casi la misma caída del estado de relajación, pero con un palpito que anunciaba quedarse a esperar.


Nuevamente la calma...

sábado, 11 de febrero de 2012

XII

Es una lástima que yo tan huesuda y moribunda, no logre agarrarle como gallina, partirle el pescuezo y engancharlo a una cama desecha. Si no fuera porque me desangro por la vagina, le haría derramar líquidos vibrantes por el miembro, los ojos, y la lengua…aunque combinado al magenta haría una hermosa obra de arte, o un rosa esparcido adentro, hacia adentro.
Tal vez la creatividad de sus catorce años le haga idear algo dominante a las composiciones de colores. Posiblemente la mezcla de sensaciones, pero lo dudo.
Catorce años le haría favorable al sexo anal… menos dolor; pero es preciso un poco más que eso: que la boca quede llena, que la garganta se apriete con la asfixia, que los labios internos se desplieguen contra las paredes y los golpes en el interior llegue a las rugosidades de las caderas.
Mientras eso llega quiero encontrar al que fuma, porque si fuma hace bien el amor... aunque eso puede ser falso. Llevarlo una noche directo a un antro de la Av. 99, ofrecerle vino, sentado en la acera, frente al terreno de la casa en ruinas.
La calle es desierta a esa hora, entonces dejaré que su mano, la no ocupada, la que no lleva el cigarro, entre en mi falda de lunares blancos con fondo negro; que el pestañeo intermitente consecuencia del humo, disimule la excitación de que alguien pase.
Observar como empaña bien la mano con el frío del vaso plástico, y lubrica los muslos con gracia. Que sea el experto en parecer que nada suceda. Las ambiciones de la penetración. La experiencia obvia del que no tiene el de catorce.

miércoles, 1 de febrero de 2012

XI

"Qu´est-ce que c´est? Fa fa fa fa fa fa fa fa fa fa better. Run run run run run run run away, oh oh oh, ay ay ay ay ay um”
.

Unas veces hay que matar a alguien para que el cuento sea interesante.
No estudiaré las formas en que podría hacerlo, eso es patético, lo haré y luego resolveré donde enterrarlo.
Que sea rápido y no me genere estragos de conciencia ni romanticismos para crear cartas de culpas.


Tampoco me suicidaré, prefiero la guillotina.