martes, 12 de abril de 2011

IV

"Quiero golpearte el rostro..."
Los cruces fueron interminables. La mujer que me veía pasar todos los días a casa, repetía siempre lo mismo   "¿tú no trabajas?". Llevaba aceleradas las piernas, el corazón y hasta el ombligo. Deseaba masturbarme, para consolar el encuentro aquel que me había puesto a temblar.
Ofrecía correas,  lamidas y mamadas heterosexuales y bisexuales. Un par de mechones menos y espirales de sangre en las tetas. Iba caliente, con la fiebre entre mis piernas escuchando Fin de Siècle ( aveces me desnudo con esta canción y termino meneando el culo hasta sudar...)
Entro a la Habitación. Corro al baño. Ahí están los estuches, unas pastillas, unas agujas, el café se quedó hirviendo ¡Maldición! otra vez lo imaginaba todo.
La habitación comenzaba a hacerse sombría, salió un largo tuvo transparente que parecía mojarse al llegar a mis manos. Bajaba mi húmeda ropa interior, con el néctar inicial de la excitación que huele y enamora el sexo como bestia, como perros detrás de las hembras malas que levantan la cola.
El café.... no importa. Tengo que curar esta fiebre. Lo meto a mi boca, lo mojo con mucha saliva, al llegar abajo solo se mezcla con mas humedad que va cayendo hasta el culo.
Lo empujaba fuerte como si quisiera que los labios entraran también con ese extraño tubo de plástico duro y transparente. Los dedos iba a la lengua y mas saliva trabajaba para el clítoris. En el camino de los dedos hasta la entrepiernas caían gotas sobre el pecho que se chorreaban como esperma huérfana.
Tenía el morbo en las sienes, las piernas abiertas, en el suelo del baño.
Cada vez lo metía mas y más, el clítoris se hinchaba como labios picados por abejas. La presión hacía fuerte el deseo de cerrar las piernas. Aumentaba el movimiento y sacaba y metía el tuvo, en el afán de acabar muy rico tomé un objeto que estaba cerca, no logré ver, sentía que podría expandir un poco más y lo metí por debajo. Si estuviera de frente a mi misma mirando eso, a través del tubo transparente podría ver como palpita adentro.
En tres segundo imaginé a ese tipo cogerme por el culo como lo había prometido, adaptándome, enseñándome, haciéndome Eugenia...
Puse los ojos en blanco. Surge esa especie de exorcismo inquietante, sale el demonio del placer. Sale el tubo al mismo tiempo, vuelvo a apretar las piernas, palpita fuerte la vagina. Vuelvo a mirar el ambiente, ya no está sombrío. Se ve la luz encendida, no recuerdo haberla encendido. Logro lavarme, "quiero dormir abrazado a ti"...
¡Mierda! El café

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