domingo, 4 de diciembre de 2011

IX

"No tendré ninguna compasión te traumaré y tus piernas temblaran al sonido de mi voz ..."

Llamándote "niña, niña, niña (...)" deberías venir a tragar de todo esto que brota por el pantalón y no resiste la cercanía de tanta gente. Todos alrededor sonriendo como pájaros sin ramas, bastardos, malditos que se encierran en sus masturbaciones y luego niegan hacerlo.
Podría ahora mismo, sacarlo de ahí y frotarlo vulgarmente sin importar la cara de mi madre. Ella que hasta hace unos días decía ir a ver bisuterías, y volvía con ese olor. Mejor ni mencionarlo.
Pero tu y tu perversión inocente, ¿qué ofreces? una chica de senos medianos, blanca, de cabello largo para mi preferencia, para disfrutarla, mientras tu solo tienes un orgasmos prematuro al mirarle los pezones.
Me haces pensar en tu primera experiencia. La que me contaste. ¿Y cuando pasarás la lengua por un clítoris, solo para complacerme?
Vamos a hacerlo ahora, déjate incitar, que lo tengo duro. 
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Suena al fondo un poco de Zapato 3 y no me concentro en la canción sino en esta maldita distancia. Esta sangre que no sale de tus venas, de tu ano, solo en mi maldita fantasía que me jode y te dice siempre "Ven, niña, niña, ven"
Tu, allá, finalmente acabas y yo sigo rodeado de gente que últimamente parecen desconocer los orgasmos, las masturbaciones, el sadismos, la violación, y las ganas de apretar por el cuello y escupir el rostro de la mujer que me hace su sombra, su penumbra, su imaginación.



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