domingo, 17 de marzo de 2013

Abriendo la puerta de Habitación


Tengo el instinto asesino danzando como señorita de veinte sobre la penetración de un jovencito de 16.
Que inminente juego se pasea por las calles y algunos liceos, muchas veces cuando observo chicos de uniformes. Quisiera repetir esos besos inexpertos que dejaban llanto y erecciones implacables e insaciables de años primerizos. Seguro seria como devorar una presa luego de meses de existencia, de hambre y sed. La carne desmembrada de los muslos, la vagina ardiendo de aguante y esas ganas cayendo con poco peso sobre el vientre. Esa falta de vellos púbicos en el pecho, y los labios girando a los lados como los movimientos torpes de esa primera eyaculación sin soledad.

Entrar nuevamente a la habitación del pervertido...

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