Aun no me había atado a sus deseos totales pero por esta petición sentí pleno atractivo. Fue muy corto y perturbador para la experiencia que había yo transcurrido. Arrodillarme ante él era excitante, y apenas mi boca se acercó a su pelvis aun vestida dijo “cuando quiera que uses tu boca haré sonar mi cremallera”
Su tono fuerte e implacable me hicieron bajar la mirada sin
poder dar réplica a sus palabras.
Apartó sus manos de mi frente y de su bolsillo sacó una vela
y del otro un encendedor “enciéndela y hazme ver como te colocas en cuatro
sosteniendo delicadamente el fuego en tu mano derecha” Así lo hice.
Yo no comprendía sus imposiciones hasta el
momento en que me pidió llevar la vela hacia atrás y meterla en mi vagina. Puse
cara de duda hasta que dijo con todo sadismo “quiero ver alumbrarte el culo
mientras te masturbas”.
Yo cumplí con su deseo. Lo raro en mi es que aun cuando la
vela se derretía y quemaba mis dedos, yo disfrutaba masturbarme mientras él
detrás de mi sentía satisfacción.
Hasta ahora solo pienso en como fueron sus gestos, en cómo
fue su placer