lunes, 5 de marzo de 2012

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No hubo terapia esta vez. Maldigo, maldigo, maldigo tantas veces por no beber una taza de café mientras escucho Led Zeppelin. Todo se mueve lento, tan lento que las manos me saben a sangre seca. Aburrido como el sucio blanco de las paredes.
Algo de ron vendría mejor. No puedo complacer mis caprichos y menos abrirle las piernas a cualquiera, porque no pasa nadie frente al deseo que me perturba. Sueño sexo, pienso sexo. Música y si, la obsesión por el olor a hierro del rojo de los meses. Lubrica, desliza y humedece hasta los muslos del gemido y erecta los pezones no tocados.